Arrieritos somos y en el Camino nos encontraremos.

Arrieritos somos y en el Camino nos encontraremos.

Hace algunos años, no recuerdo cuántos exactamente, me dio ganas de hacer el Camino de Santiago. Poco sabía sobre él, nada investigué desde entonces, solo si alguien tocaba el tema, yo le preguntaba con gran interés cómo le fue, cómo lo hizo, etcétera. Ahora mismo recuerdo un momento en que dije: «haré el camino de Santiago, quiero hacerlo», este momento fue bajando del cerro Qallacpuma en Cajamarca, un Apu importante, ese día había subido con unos amigos, entre ellos Sandra y Pancho, a caminar por la montaña que abraza el cielo cajamarquino, ese día la lluvia hizo un amago, se honró la tierra con coquita y otras ofrendas y yo subí a la cima con respeto.

A mí me gusta caminar, caminar es un significante importante para mi vida. Ya caminaba en Lima de regreso del trabajo a mi casa para no subir al micro llenísimo de gente, he caminado mucho en Barcelona, diría que la he conocido a través de mis pasos, he reído caminando, he pensado caminando, he creado caminando y he llorado caminando, porsuùesto.

Decido firmemente hace un tiempo que hacer el Camino de Santiago será la forma más linda de celebrar mis 10 años en Barcelona, «un camino por otro camino», además y para más INRI, decido comenzar el viaje el 4 de octubre, misma fecha en que de Lima tomaba el avión para Barcelona. Esta vez me dirigía a Oporto, ciudad portuguesa que ya conocí a inicios del 2016 con mi madre, en un viaje muy emotivo. Portugal tiene un lugar especial en nuestro corazón porque ella, mi madre y yo, crecimos escuchando que Juana Cabrera Álvarez, la abuela paterna de mi madre procede de ese país.

Esa fue la razón para que yo escoja sin dudar que mi primer camino sería el Camino Portugués Central. ¿Qué sabía yo del Camino? casi nada ¿Sabía yo que tenía que ver con la Iglesia Católica? juro que no lo sabía, llámenme ignorante, pero no lo sabía, no lo indagué, me sorprendió gratamente descubrirlo días previos al inicio.

Bien, no me quiero extender mucho, digo mucho porque extenderme, claro que me voy a extender.

Decidí hacer el Camino sola, eso sí también ¿por qué? porque me gusta la soledad, disfruto de estar solo conmigo y porque soy lenta y me incomoda molestar a los demás que caminan más rápido que yo.

Abordé el Camino como me gusta abordar otras cosas en mi vida, sin certezas, casi sin objetivos y con ganas de disfrutar, lo logré. Angelita ha sido Gely y Gely ha sido Angelita, ambas dos han podido ser parte de esto aunque siempre me presenté como Angelita.

Lamento la desestructura de este texto, pero trato de hacerle caso al caudal de recuerdos, así, como vienen.

El primer día lo hice solita de inicio a fin, apuradita, tenía miedo de no llegar a tiempo al albergue, llegué pronto, me fasciné con el cementerio chiquito al costado del Monasterio que administra el albergue de peregrinos, hubo una cena colectiva para conocernos entre peregrinos y ahí fue que sentí esa especie de «gracia» que existe en ambientes así, me acordé de los retiros espirituales que hice en el cole y en la confirmación, ese ambiente de gente en su mejor versión. Ese ambiente a mí pone de buen humor, es decir, mantiene mi buen humor, conocí a algunos peregrinos pero llamó más mi atención Mónica en la cena porque me contó que venía de Brasil, de la isla San Salvador, me cayó bien porque hacía el Camino porque su compañera de trabajo se lo pidió y le pareció buena idea. Me gustaron sus rasgos, en algunas arterias, parecidos a los míos.

En ese albergue también conocí a Daniel, un chico de Austria al que hice pagar mi lavada de ropa jaja, no entraré en detalles, pero considero que esta es una cualidad mía, con entusiasmo invito a alguien a hacer algo, lo hace y lo paga jaja, me encanta esto. El siguiente día en el desayuno hablé con una pareja de esposos franceses y con Adam, un joven polaco que hacía solo el Camino y que me preguntó de dónde saqué los huevos.

Segundo día: hermoso día, hermosas vistas, me parecía estar en Condormarca, el pueblo de mi madre, por la abundancia de Eucalipto, caminé con Daniel y Nina, chica alemana. Al final de la etapa conocí a Julietta, chica de 21 años que le gustaría conocer el Perú, hace un Erasmus en Oporto y comenzó el primer día a las 13h después de sus clases, intrépida y dulce.

No sé si haré como un repaso por día, ya quiero ir a mimir haha (ahora me río en inglés, shit), claro, casi todo el trayecto del Camino se habla en inglés porque los peregrinos son en us mayoría extranjeros, en castellano solo se dice: «Buen Camino».

No, no haré un repaso diario de lo que hice, lo que haré será decir que mi mundo entero, interior y exterior estuvo interior en el Camino, es decir, desplegué mis pensamientos en mi andar, caminé por los recovecos de mi alma repasando mis heridas, ninguna abierta, todas oreadas o cicatrizadas, lloré, como en Barcelona jaja, lloré en prontos recordando a mi Ángela, lloré conmovida varias veces sin explicarme bien cómo ni porqué, lloré por mi fuerza, lloré por mi afán, lloré por la compasión ajena.

Conocí a Isabel, una mujer de Sevilla que vive en Vigo y hacía el Camino con su perrito y primos, me ofreció ayuda, me pidió descansar, es decir, me pidió cuidarme, esto a mí me rompe, que los demás vean que necesito algo que yo no he visto o no he dado la importancia debida. Estoy muy agradecida de haberla conocido, un día me llevó a enseñarme Vigo, donde vive.

Otro día, creo que el tercero hice la etapa más larga, eran 35 km, pero hice 42, no me pregunten por qué, pero entre que regresas a un lugar, buscas otro, todo va sumando. Ese día me acompañó Adam, acá también aprendí algo, se puede sentir calma y que no te presionan, se puede sentir compañía sin demanda de prisa. Qué locazo que es darse cuenta que uno no necesita hablar el idioma del otro para entenderse. Se trata de querer estar y querer escuchar. Punto.

En teoría quería defender mi ritmo y respetarlo, peor me di cuenta que también quería acabar el Camino antes del 17 de octubre, y que por eso pasaba por encima de mis ampollas, nunca mejor dicho, y seguía. Eso es una cosa que tengo que seguir pensando, ese seguir, ese no parar.

Más gente nueva, los amigos daneses, la familia de gorditos, los amigos mexicanos, el señor mayor alemán, el señor de Londres con sus hijas que también se detuvo a cerciorarse que cuido bien mis ampollas antes de seguir. Solidaridad cristina, peregrina.

Llegando a Galicia la comida mejora, no es que estuviera mal en Portugal, el café de Portugal muy bueno, el resto tmabién, las empanaditas de la señora bielorrusa, una maravilla. Pero, pero pero, pimientos de Padrón en el mismo Padrón, por favor, Señor Jesús Jesucristo Sacramentado, unas zamburiñas en Pulpería Rial que jamás olvidaré.

Otra cosa que jamás olvidaré es el carácter gallego, acá he de decir que la primera amiga española que hice en Barcelona es Gallega, debe ser la primera que me habló en clase, en el máster nos sentábamos atrás de todas como las más malotas o las más pringadas, da lo mismo, me encantaba su acento que no sabía bien de dónde era, me encantaba lo burra que es, burra en el sentido gallego, o sea, directa, sin ambages, pues eso encontré por doquier desde Tui hasta Santiago de Compostela y qué bonito, qué risa fácil, qué humor socarrón, qué gente de tierra, de río, de raíz <3

Pues ya me toca ir a memir haha, no sé cómo cerrar esto. Bueno, que el Camino de Santiago ha sido para mí un Sacramento, un volver a entrar a la Iglesia, tampoco es que fuera la hija pródiga, tanto no me he apartado, pero vamos, mi visita a la PUCP en mayo, la designación del nuevo Papa y mi ímpetu de siempre me han llevado a esta aventura que sin duda es una de las más lindas de mi vida, que con seguridad volveré a hacer.

Además de todas aquellas personas que he convocado en pensamiento en el Camino, quiero agradecer a quienes me dieron tips, ideas y reiteraciones para proceder con bien. Mi Camino no sería mi Camino sin Mòni, sin el Guri que justo me hablaba en los momentos más precisos, sin el recuerdo de lo que me había dicho el Maguito, sin mi Lore médica de cabecera, etc. etc.

En definitiva me fui con lo mejor que tengo y volví con lo mejor que soy.

Buen camino, peregrino.

Mención del final para Calixto, peregrino compañero de Oporto que conocí en el albergue de Padrón la víspera de la última etapa y que nos fuimos encontrando en este último día y me guió.

¿Más reflexiones?

No, solo que caminando en el Camino recordé que mi abuelita Ángela siempre decía: «Arrieritos somos y en el Camino nos encontraremos», totalmente de acuerdo. Gran lema, doña Angelita, en el camino nos encontraremos <3

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *